Agradecer a la vida lo que nos ofrece, tal vez sea una de
las cosas que más desatendemos.
Estamos inmersos en una queja continua: “no me gusta mi
trabajo” ”gano poco””mis amigos no me escuchan””el país está fatal”, y así mil
una queja que nos bombardea una y otra vez la cabeza . Pocas veces ( muchas
personas ninguna) nos dedicamos a enfocarnos en lo que cada día la vida nos
ofrece; y si fuera así, probablemente no tendríamos horas para agradecer todo
lo que el universo, Dios, o en lo que cada uno quiera creer pone en la palma de la
mano para que lo saboreemos.
Los que tenemos amigos y familia, conocidos incluso, y
valoramos esto como un regalo, sabemos bien de lo que hablamos. Conservar una
amistad, crearla incluso, no es solo un merito nuestro, es sobre todo un merito
suyo, de cada una de las personas que nos rodean y nos quieren, por saber darla y recibirla.
Nuestros amigos y nuestra familia nos dedican su tiempo
libre gratuitamente ¿no es esto maravilloso? ¿No es estupendo que alguien
decida estar contigo en vez de descansar, o trabajar para ganar dinero, o
simplemente ocupando su tiempo libre en no hacer nada?
No, nos dedican el preciado don del tiempo y la compañía,
gratis, altruistamente. Y apenas se lo agradecemos, como si fuera su obligación.
Para mí lo es, y sin embargo se me olvida una y otra vez
demostrar a mi familia y amigos lo mucho que los quiero, lo fundamentales que
son en mi vida, por que sin ellos, probablemente, no sería mi vida.
La vida es un privilegio en sí misma, un regalo que muchas
veces desperdiciamos en cosas banales, absurdas, vacías; en rencores que no
llegan a ninguna parte, en batallas perdidas de antemano, en ambiciones económicas…
En preocupaciones innecesarias
Si tenemos una casa, la queremos más grande. Si tenemos un trabajo, le queremos
mejor. Nuestro sueldo siempre es pequeño… Y que poco hacemos, además, por
cambiar algo de esto. No, no digo ahora que no haya que esforzarse en mejorar,
claro que sí, pero siempre sin olvidar que el camino para conseguirlo ya es
parte de la recompensa, que hay que disfrutar de los paisajes que para
conseguir la meta nos vamos encontrando.
He aprendido que la vida está llena de oportunidades; que
cuando parece que algo terrible a pasado, que todo se está acabando, surge una
nueva oportunidad, una ventana abierta que vuelve llenar de aire fresco nuestra
vida.
Solo hay que saber mirar y observar todo lo que la vida te
ofrece de bueno. Hoy en día trabajar ya es un privilegio, el mero hecho de
vivir es un regalo, los amigos y la familia un don casi divino; y deberíamos aprender a decir gracias cada día
por tanto como tenemos, sin lamentarnos, sin permitirnos el lujo de sufrir un día
tras otro por las mismas razones. Ya sé que alguien dirá que hay personas que difícilmente
pueden dar gracias por algo, pero yo creo que sí, que siempre puede haber algo
en la vida por lo que podamos sentirnos agradecidos.
Practiquémoslo.