martes, 5 de junio de 2012

Trabajar el agradecimiento


Agradecer a la vida lo que nos ofrece, tal vez sea una de las cosas que más desatendemos.
Estamos inmersos en una queja continua: “no me gusta mi trabajo” ”gano poco””mis amigos no me escuchan””el país está fatal”, y así mil una queja que nos bombardea una y otra vez la cabeza . Pocas veces ( muchas personas ninguna) nos dedicamos a enfocarnos en lo que cada día la vida nos ofrece; y si fuera así, probablemente no tendríamos horas para agradecer todo lo que el universo, Dios, o en lo que  cada uno quiera creer pone en la palma de la mano para que lo saboreemos.
Los que tenemos amigos y familia, conocidos incluso, y valoramos esto como un regalo, sabemos bien de lo que hablamos. Conservar una amistad, crearla incluso, no es solo un merito nuestro, es sobre todo un merito suyo, de cada una de las personas que nos rodean y nos quieren,  por saber darla y recibirla.
Nuestros amigos y nuestra familia nos dedican su tiempo libre gratuitamente ¿no es esto maravilloso? ¿No es estupendo que alguien decida estar contigo en vez de descansar, o trabajar para ganar dinero, o simplemente ocupando su tiempo libre en no hacer nada?
No, nos dedican el preciado don del tiempo y la compañía, gratis, altruistamente. Y apenas se lo agradecemos, como si fuera su obligación.
Para mí lo es, y sin embargo se me olvida una y otra vez demostrar a mi familia y amigos lo mucho que los quiero, lo fundamentales que son en mi vida, por que sin ellos, probablemente, no sería mi vida.
La vida es un privilegio en sí misma, un regalo que muchas veces desperdiciamos en cosas banales, absurdas, vacías; en rencores que no llegan a ninguna parte, en batallas perdidas de antemano, en ambiciones económicas… En preocupaciones innecesarias
Si tenemos una casa, la queremos más  grande. Si tenemos un trabajo, le queremos mejor. Nuestro sueldo siempre es pequeño… Y que poco hacemos, además, por cambiar algo de esto. No, no digo ahora que no haya que esforzarse en mejorar, claro que sí, pero siempre sin olvidar que el camino para conseguirlo ya es parte de la recompensa, que hay que disfrutar de los paisajes que para conseguir la meta nos vamos encontrando.
He aprendido que la vida está llena de oportunidades; que cuando parece que algo terrible a pasado, que todo se está acabando, surge una nueva oportunidad, una ventana abierta que vuelve llenar de aire fresco nuestra vida.
Solo hay que saber mirar y observar todo lo que la vida te ofrece de bueno. Hoy en día trabajar ya es un privilegio, el mero hecho de vivir es un regalo, los amigos y la familia un don casi divino;  y deberíamos aprender a decir gracias cada día por tanto como tenemos, sin lamentarnos, sin permitirnos el lujo de sufrir un día tras otro por las mismas razones. Ya sé que alguien dirá que hay personas que difícilmente pueden dar gracias por algo, pero yo creo que sí, que siempre puede haber algo en la vida por lo que podamos sentirnos agradecidos.
Practiquémoslo.
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