martes, 27 de septiembre de 2011

Cementerios del Camino


Desde que terminé en Santiago el camino, tenía claro que este trayecto se merecía una entrada dedicada exclusivamente a los cementerios que a través de kilómetros y kilómetros de andadura te vas cruzando.

De un reloj se oía // compasado el péndulo,// y de algunos cirios el chisporroteo.
Tan medroso y triste, // tan oscuro y yerto // todo se encontraba que pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!

Son lugares pequeños, recoletos. Espacios casi olvidados, cuando no abandonados. Cementerios de apenas unos cuantos metros cuadrados, tan distintos a los de Madrid u otras ciudades grandes.

Del último asilo, //oscuro y estrecho, // abrió la piqueta //el nicho a un extremo.
Allí la acostaron, // tapiáronle luego, //y con un saludo //despidióse el duelo



Si, porque los muertos de los pueblos pequeños, los difuntos de los pueblos abandonados están más solos que los de las ciudades. Las inscripciones que grababan su nombre sobre el mármol se han ido borrando con el tiempo. Las letras sobrepuestas metálicas se van cayendo y dejan apenas la marca del tiempo sobre la lápida.
Allí cae la lluvia con un son eterno;//allí la combate el soplo del cierzo.
Del húmedo muro // tendida en el hueco, ¡acaso de frío se hielan sus huesos...!
Por el camino aprendes, o te reafirmas por si aun no lo tenias claro, la finitud de la vida, el mínimo espacio de tiempo que pasamos sobre la tierra para luego permanecer toda la eternidad muertos. Los cementerios del camino te dejan con el alma sobrecogida por la soledad, por la paz, por la naturaleza que los rodea y los abraza.
Muertos seremos los de ciudad y los de aldea. Muertos los de campo y los de asfalto. Pero visitar estos lugares, atravesarlos como parte de la propia naturaleza, te recuerda la tierra que pisas, en la que te convertirás inevitablemente.
¿Vuelve el polvo al polvo? ¿Vuela el alma al cielo? //¿Todo es sin espíritu, podredumbre y cieno? no sé; pero hay algo que explicar no puedo,//algo que repugna aunque es fuerza hacerlo, // el dejar tan tristes, tan solos los muertos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Isabel

Al partir ¿que me queda de ti?. Te marchas silenciosa y callada, con tu mirada clavada en mí … Esa mirada de tu último día, esa en la que parecías querer decirme con los ojos “me voy, pero me quedo por que te dejo aquí todo mí amor“.
Te vas, pero te quedas. Te quedas dentro de mí, por que formas parte de mi vida, por que me dedicaste todo tu tiempo, tus caricias y tus besos. Te vas pero queda el roce de mis labiso con tu piel agrietada, seca por tantos años vida. Esos besos que los últimos días no pude darte, que ironía, tú que tanto me los reclamabas nada más llegar, pero prometo que te los daré el resto de mi existencia, en sueños, al aire, a una canción que me recuerde a ti, al olor de tu casa, de tu ropa; Al sonido de tu voz, grabado en mi memoria.
Nadie se va del todo, menos tú que tanto espacio has llenado en nosotros … Mi otra mamá.
Recuerdo ahora, a tan solo un día de tu marcha, la paciencia con la que nos dabas de comer, los caprichos que nunca nos negabas, las tardes de visita adolescente, para sacarte las doscientas pesetas de propina para salir ese fin de semana. Recuerdo el olor de tu casa, el sonido del reloj colgado en la pared, ese que ahora suena en mi casa y que a cada campanada me recuerda tu nombre y me trae tus recuerdos … tantos recuerdos.
Doy gracias a Dios, porque ha dejado que compartas conmigo tanto tiempo, tantos momentos. Por eso me siento privilegiado. Ha sido un regalo conocerte y quererte. Quererte y que me quieras, por que sé que allí donde estés me sigues queriendo, como siempre, como toda tu vida hiciste.
Ahora sé que este final no acaba nada, que comienza una nueva forma de estar contigo, en mi memoria, en mis oraciones, en mi cabeza, donde retumba tu voz y tus gestos; donde permanece el sonido de tu risa, esa que hace años que no escuchaba, pero que permanece.
Me dejaste el regalo de tu vida, un regalo incalculable. Me dejaste tu mirada clavada en mí en tus últimas horas, fija. Una mirada llena de palabras y recuerdos, llena de esperanza en el otro sitio, donde estas ahora, bailando con toda la gente que tanto has querido. Contagiando alegría y dando luz, organizando aquel espacio que llamamos cielo. Siempre quisiste que todo pasara por tus manos y ahora, allí, seguro que estas poniendo todo patas arriba, libre de todo lo que aquí te ataba. Tú que tantos andaste por el mundo, que tanto gritaste y viviste. Tú, que eras todo energía, acabaste silenciosa, callada, quieta …
Te vas, pero te quedas; y hasta para irte lo hiciste bien. Te dio tiempo ha decirme cuanto me querías, con palabras y miradas; ha responderte cuanto te he querido, con palabras y con actos. Te dio tiempo ha despedirte y dejar de ti el más bello recuerdo que pudiera tener: un domingo soleado de otoño, un paseo en bicicleta con mi hermana, tu niña, tu otra hija, con el tío y de la mano junto al rio henares. Un recuerdo vivo, tan vivo como tú. Allá donde estés, nunca olvides cuantos nos hemos querido, cuento te hemos querido.
Podría decirte muchas cosas, tantas frases, tantos abrazos. Podría pensar en lo que se quedó por hacer, en lo que hicimos. Quizá podría quedarme algún remordimiento porque a veces la falta de tiempo no me dejó compartir más tardes junto a ti, en estos últimos años que tanto nos necesitabas. Podría sentirme de muchas maneras: triste, aliviado por que ya no sufres, nostálgico por lo que ya no viviremos juntos, vacío por tu ausencia.. Pero solo me siento en paz, porque tú y yo, ya nos dijimos todo, ya lo vivimos todo, ya hicimos todo lo que podíamos hacer; y ya solo quedaba despedirnos con la tranquilidad que da saber de que todo lo que podíamos hacer, se hizo bien
Hasta siempre tía. Sé que algún día volveré a abrazarte, solo nos queda esperar...

sábado, 10 de septiembre de 2011

El pequeño viajero


Como cada temporada, procuro cambiar la imagen del blog, hacerla mas parecida a mi estado de ánimo actual, a mis propósitos, a como me siento o pretendo sentirme este otoño.
Después de dar vueltas y vueltas por la web sin encontrar una imagen que ilustrara lo que yo sentía, me di cuenta de que estaban todas más cerca de lo que yo pensaba, en el blog de Dani "las pequeñas miradas".
Dani es un virtuoso de la fotografía, un tio que sabe captar en un solo click, en una imagen, todo el sentimiento que una milésima de segundo puede transmitir. Me reconozco un fiel admirador de su técnica y por eso me atreví a pedirle permiso para utilizar sus fotografías. Es por esto que hoy debo darle las gracias públicamente por permitirme altruistamente el uso de las mismas...
Dicho esto quiero añadir que al igual que el pequeño viajero de Dani, cargado con su maleta y siempre en busca de algo, o intentando tocar la luna, o sentado en un anden, o caminando sin rumbo, esperando que a la vuelta de la esquina la vida le sorprenda, o le sorprenda aun mas, así mismo me siento yo. El pequeño viajero se pone de puntillas para alcanzar lo inalcanzable, para por lo menos soñar con que puede tocarlo. El pequeño viajero va ligero de equipaje pero con todo lo que necesita para disfrutar del trayecto sin marcar un final ni un principio a su viaje.
Desde hace años viajo por un camino donde en cada recodo busco una nueva experiencia, alguien importante a quien conocer, un nuevo cementerio que descubrir, un nuevo viaje con el que soñar.
Al igual que el pequeño viajero me escondo entre los pliegues de mi cerebro, esperando que entre medias de mi masa encefálica aparezca la solución, la risa, el llanto, el sentimiento nuevo.. ese que no conozco o que ya olvide. La vida en definitiva, y la muerte en consecuencia...
El pequeño viajero se mueve entre la búsqueda y la nostalgia,entre la prisa por descubrir y la paciencia de disfrutar con lo que el propio viaje le ofrece.
Por eso nada mejor que las fotografías de Dani, para sentir otra vez este espacio, del negro al gris, como mio propio, como el lugar donde viajo, explico, cuento y duermo entre mis textos y paranoias.
Gracias Dani!

jueves, 8 de septiembre de 2011

La luz de la mañana

Hoy me ha despertado un rayo de sol, uno de esos que se cuelan por entre las rendijas de la persiana de mi casa. Estaba acurrucado, calentito en mi cama de sabanas blancas, soñando con no sé qué … nunca recuerdo los sueños.
La luz de la mañana se ha estampado contra mi cara, estirando de los parpados hacia arriba para despertarme. Que gusto, la luz de la mañana, dorada, líquida.
Al subir la persiana he visto la calle recién regada, casi me llegaba el olor del asfalto limpio, el ruido de los coches mas madrugadores y la cigüeñas que cada mañana veo atareadas, con pequeñas ramas en el pico.
Al echarme agua sobre la cara y mirarme en el espejo me he descubierto como otro, como aquel ya no soy. Como este que todo lo tiene claro.
Sigo con barba, así que nunca llego a saber si el que me toca vivir es mi yo de siempre o el universal, ese que se inventa su vida porque es más chula.
Creo que me he aprendido tanto mi papel de universal que he sido consumido por el personaje hasta el punto de que yo ya no soy yo, soy el otro, el que me he inventado porque llevo tanto tiempo con él que el otro es solo un vago recuerdo.
No quiero decir que yo no me gusto, estoy encantado de haberme conocido y cada día más, solo que este proceso que la gente llama madurez, no se hasta que punto es real o tan solo una funda a nosotros mismos para dejar debajo lo feo, lo que es mejor que no se vea, o lo que incluso nosotros mismos queremos olvidar.
He desayunado, poco, ahí que mantener la línea, que uno ya esta en una edad como para cuidarse, mira que esto de la juventud se acaba, se esta acabando por mucho que lo estiremos o nos estiremos cremas rejuvenecedoras sobre la cara y antioxidantes por toneladas.
He salido a la calle y el sol me ha escupido de sopetón sus rayos UVA que tanto estropean, menos mal que estoy protegido y nunca tomo el sol, pero hoy me he dejado embadurnar de ellos, solo por un día dejo que la luz de la mañana me inunde y vista de sol.
Soy feliz. Ahora soy feliz. Me lo repito como un mantra una y otra vez. Soy feliz, me gusta como soy, no me afectan las cosas. Cuando dios cierra una puerta, abre una ventana. Tengo el corazón contento, veo la vida de otra manera.
Una y mil frases que poco a poco han ido convirtiendo mi yo tonto, el que siempre me acompañó, el que se quedo atrás por su condición de imbecil, en mi otro yo, el universal, el subidito, el seguro de si mismo, el que tiene las cosas claras.
Ahora que estoy tan barnizado de este que ya no recuerdo de como era el otro, puedo decir que estoy en mi punto justo, en el que quiero quedarme, donde las cosas me importan menos, donde me he des radicalizado, donde me siento cómodo. Y al otro, pues cuando aflora saco el bastón, le doy un palo y se vuelve a quedar anestesiado un tiempecito, sin molestar.
Básicamente estoy donde quiero estar, soy lo que quiero ser y vivo como quiero vivir.

sábado, 3 de septiembre de 2011

El camino



Un camino distinto a cada paso, andares que nunca sabes a donde te van a llevar. Un camino que me recuerda a la propia vida, llena de sol y de lluvia, de cansancio y alegría al ver la recompensa a tanto esfuerzo.
Si cierro los ojos puedo escuchar las pisadas de mis pies sobre el barro, el crujir de ramas y hojas secas, el sonido de mi respiración, fatigado, cansado de kilómetros y kilómetros de camino. Si pongo atención a mi olfato aun puedo oler el aroma de los bosques de eucalipto, el olor de los montes de Galicia, los pinares infinitos, los campos de hierba siempre fresca. Si me centro y dejo de escuchar los ruidos que siempre flotan por mi cabeza, seguro que aparece el sonido de la lluvia retumbando en mi sombrero de plástico, gotitas frías que parecen no mojar el canto de gaitas lejanas, de senderos pisados desde la antigüedad.
Un camino que se sucede al que ya hice, que gira y me hace frenar, necesario que ocurra cada cierto tiempo. Volver a lo básico a lo imprescindible, eso es lo que me enseña el camino. Mantener el silencio durante largas horas de caminata siguiendo las flechas que me llevan a Santiago, caminar con el rumbo fijo pero la cabeza perdida ordenando los archivos en la memoria en el lugar exacto en el que deben estar.
Deseando estoy encontrarme con nuevos peregrinos, compartir una tarde de albergue, unas risas, nuevas experiencias y conversaciones que me hablan de que fuera de mí y mi entorno hay otras vidas tan interesantes como para ser escuchadas. Experiencia ajenas, novelas resumidas en unos minutos.
El camino se retuerce en el interior de uno mismo, te llama a gritos, te pide que vuelvas, que lo atravieses a paso lento, sin prisas, con el tiempo que se necesite para salir de él frente a la Catedral con la mirada limpia y el corazón descansado. Un camino duro y apasionante que siempre termina en llanto de alegría, de victoria. Con lagrimas que huele a final.
Este año vuelvo a caminar, a peregrinar a Santiago, volveré a abrazar al santo, a sentirme limpio tras el viaje, lleno de fuerzas para recomenzar.
Doscientos Cincuenta kilómetros para pensar, para frenar, para caminar, para empequeñecerse, para aprender, para finalizar con cada etapa y empezar de nuevo...
Por que el camino, abre y cierra todas la heridas del alma …

Hace dos años comencé este blog, que iniciaría y terminaría simplemente con la experiencia vivida en el camino. Hoy después de 126 entradas y cerca de 33.500 visitas, mi cabeza me dice que el camino todavía no ha acabado, que me queda mucho por recorrer, muchos textos que escribir, muchas paranoias que expulsar, por que se sabe el punto de partida, pero nunca donde esta el fin...

viernes, 2 de septiembre de 2011

Dia 1 Pieros-Trabadelo


En ningún momento he sabido cual ha sido la motivación de este año para hacer el camino. Curiosidad no porque ya lo había hecho; penitencia de algún tipo tampoco, últimamente no me arrepiento de nada, así que simplemente echar a andar y dejar que el camino me lleve, nos lleve, hacia donde él quiera. Ayer se nos fue el día en el viaje. Madrid-Ponferrada en autobús (lo odio) y otro más para llegar a Pieros, punto fijado como de partida.
Nada más bajar del autobús conocimos a un matrimonio catalán que inmediatamente nos reconoció como peregrinos y nos guió hasta el albergue "el Serbal y la luna". Pieros es una población pequeña, cuatro casas, varios ancianos y el albergue. Este albergue es atípico: un par de hipies te reciben y dos niños de madre desconocida se encargan de él. No se cocina carne y todo es y huele a madera. Al llegar conocimos al otro inquilino, un donostiarra raro que estaba haciendo el camino en bici.
Decidimos no cenar allí porque no teníamos nada de hambre, pero el olor de la cena ovo-vegetariana casi nos hace lanzarnos a probarla, a cambio dimos una vuelta por el pueblo y a las 10 nos metimos en la cama. No teníamos nada de sueño. Leí unas paginas del libro de Paulo Coelho de mi e-book, me puse una meditación guiada en mi Ipod (muy místico yo), pero nada, a la 1 seguía sin sueño. El señor catalán roncaba como un león y conseguí dormir a trompicones la primera noche.
Antes de que sonara el despertador yo ya estaba en pie. Hemos desayunado bien y nos hemos puesto a caminar sobre las 8 de la mañana. Lo primero que me llamó la atención ha sido la ausencia de peregrinos, apenas nos cruzamos con una docena en los 20 km. Me ha vuelto a sorprender el olor del campo al amanecer, una mezcla de tierra húmeda y viñedos, higueras y espliego. Desde Pieros hasta Villafranca son 8 km de viñedos. Mi compañeras de viaje caminan algo más despacio así que he decidido aligerar el paso y dejarlas atrás. Me gusta caminar solo, escuchando música, sin hablar. Me he puesto los cascos y casi sin darme cuenta hemos llegado Villafranca. Por el camino he conocido a un seminarista mexicano que me ha contado que de sus 7 hermanos 4 son curas y tres monjas. .. Ante tanta religiosidad no me he resistido a preguntarle una duda sobre la indulgencia plenaria que da la Compostela. ¿La gano cualquier año o solo en Xacobeo? no ha sabido responderme y no sé a quien preguntar, por que yo quiero quitarme de un plumazo todos los pecados hasta la fecha para poder luego seguir pecando un montón hasta el próximo camino.
Hemos llegado a Villafranca, lleno de gente y nos hemos tomado un café. Ya solo nos quedaban doce kilómetros hasta Trabadelo. Una señora se ha reído de mí porque iba cantando demasiado fuerte y un chico me ha dicho que iba a llover, pero no por que yo cantara mal, sino por el cielo. Una vez más me he adelantado a las chicas y salvo una parada en un rió he terminado la jornada a paso ligero.
El albergue de Trabadelo es limpio y se esta cómodo. Hemos comprado algo de comida en un ultramarinos, una pequeña siesta para esta noche dormir bien y a conocer peregrinos. Mañana la subida de O Cebreiro es dura... Veremos a ver como se da.

jueves, 1 de septiembre de 2011

dia 2.- Trabadelo- O Cebreiro


Y el camino te va transformando. Esta noche dormí mucho mejor. A pesar de que en la habilitación estábamos más peregrinos que en el albergue anterior, el cansancio del día ha hecho mella en nosotros. Cuando nos hemos despertado cerca de las de 7 de la mañana ya habían marchado todos, sólo quedábamos nosotros y una pareja húngara, de la cual solo estaba despierta la chica. Al sentarnos a desayunar nos ha ofrecido un litro de zumo y después otro. No quería tirarlo ni cargar con él y casi nos lo hemos bebido a la fuerza. Yo le indicado que la jornada era un poco dura y me he sentido ridículo cuando me ha dicho que llevan desde Francia andando a una media de 35 km diarios(ops!).. En fin, hemos terminado nuestro desayuno nos hemos acicalado, vaselina en los pies y a caminar. El tramo de hoy se inicia de una forma fea. Casi 3 km se recorren junto a una autopista con cruces peligrosos y tramos aburridos, pero poco a poco se transforma por si mismo. Hoy he hablado mucho más con las chicas, aunque me suele poner algo nervioso las conversaciones, así que nuevamente me he puesto los cascos y me he aislado de los demás.
Cuando uno empieza el camino, más aun si lo hace por primera, busca de forma apresurada esa transformación de la que tanto te hablan, ese cambio espiritual que te convierte en otra persona. Serio error porque el camino te cambia caminando, te enseña todo lo que debe sin que tengas que hacer ningún esfuerzo, solo caminar. Así que eso he hecho, caminar. Cuando hemos llegado al primer pueblo bonito, nos hemos topado con un bar en un paisaje de cuento, rodeado de agua y hierba, flores y fuentes. Tanto nos ha gustado que hemos decidido parar a desayunar allí. Íbamos ligeros, por que en Trabadelo decidimos hacer la etapa sin mochila y enviarla con un taxi a Cebreiro. Un gran acierto que recomiendo a cualquiera.
tras varios kilómetros junto al río, por llanos y y campos ha llegado la verdadera subida. Un tramo de 8 km que se hacen como 20 por la fuerte pendiente. Se inicia por un sendero de piedra y tierra que te hace resbalar y caminar muy despacio. Nos hemos encontrado con dos peregrinas francesas, muy positivas que iban caminando cansadas pero ligeras. Paqui estaba realmente cansada y ha parado varias veces. Yo no quería dejarla sola porque se que el desgaste energético en esta etapa es fuerte y tengo miedo a que una bajada de azúcar la deje K.O, así que he caminado junto a ella y a Inma durante casi toda la subida. En uno de los descansos hemos conocido a una madre y un hijo que nos han contado que el camino lo inició el hijo con su abuela de 74 años en Pamplona y que la abuela ha tenido que abandonar por una tendinitis, así que se ha venido ella con el marido y el resto de hijos para continuar junto al hijo peregrino. Hemos compartido chocolate y nueces, agua y un rato de conversión con esta mujer y su hijo, tan amables que daba gusto conversar.
Tras varios kilómetros más de ascenso por los montes, realmente nuestras fuerzas se encontraban al limite. Me encomendé a Santiago que para estas cosas del camino es muy socorrido y mano de santo (nunca mejor dicho) cuando me he querido dar cuenta estábamos a tan solo 2 km de Cebreiro. Por el camino mi hermana y yo hemos hablado de los incovenientes y ventajas de tan espiritual ruta, todo lo que a cada paso vas sintiendo. Y como hemos pensado tanto nos ha entrado a sed. Una cervecita y los últimos 2 km mas hasta Cebreiro que he hecho yo solo. Casi a punto de llegar me he encontrado con la húngara, que caminaba como si acabara de salir. La he informado yo, muy chulo de que a esta dura etapa apenas le quedaban unos cuantos metros, y me dice la tía que tiene energía de sobra para continuar 20 km mas. Increíble pero cierto, ya de paso me ha dicho que tiene el nombre de una estrella; me ha enamorado al momento.
Cuando he llegado a O cebreiro y mientras esperaba a las chicas he sentido el autentico cansancio de esta dura subida. Hemos localizado alojamiento y hemos comido como si no lo hubiera hecho nunca. Visita por el pueblo y ya de paso estoy actualizando el blog. No creo que tarde mucho en acostarme.
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