miércoles, 31 de agosto de 2011

Dia 3.- O Cebreiro - Triascastela

O Cebreiro nos ha despedido esta mañana con un manto de nubes atascadas en la montaña. El paisaje no podía ser mejor.
Hemos dormido bien, muy bien. se nota que estamos cansados ya, por que según caemos en la cama, ya no hay quien nos despierte. Tras un desayuno carísimo hemos comenzados a andar. Hasta la estatua del peregrino hay un tramo tedioso. Hacia fresco y be caminado ligero, luego el camino te introduce por un monte de pinos y helechos, es de tierra pero cómodo en desniveles. He visto algo mas adelante a un peregrino mayor que llevaba la mochila en el carro de la compra, así que he acelerado el paso para hablar un rato con el. Tras saludarnos me ha contado que es la cuarta vez que hace el camino, siempre para pedir o agradecer algo al santo. La fe, me ha dicho, es la que consigue que mis pies aun resistan este duro camino. Me ha contado anécdotas de otros viajes, me hablo de su mujer y sus hijos y en el alto de san Roque nos hemos despedido, con la certeza de que volvería a verle mas adelante.
En el alto de san Roque esta la famosa estatua al peregrino, ademas de unas vistas espectaculares sobre las montañas. Tras unas cuantas fotos, hemos continuado unos cuantos kilómetros mas junto a la carretera. el sol comenzaba a apretar pero el paisaje mejora a cada paso, hemos ascendido aun mas, atravesando aldeas y pequeños cementerios que he fotografiado para mi blog. El alto do Poio es un tramo fuerte pero corto. El primer pueblo olía muchísimo a vaca y lo hemos atravesado rápido, luego la senda te lleva por un camino de verdes pastos y praderas de un verde casi imposible, brillante bajo el sol. Se me ha ocurrido pensar que no hay mayor espectáculo que la naturaleza, la obra
maestra de Dios.
El camino serpentea entre montañas y prados soleados, espacios mágicos que mejoran con cada paso. al cruzarme con una peregrina de California que conocí el primer dia hemos caminado juntos durante un buen rato, hablando de lo bonito que le resultaba España y lo impresionada que estaba con mi país. Había estado en Cataluña, Andalucía y Madrid y todo le resultaba bellísimo. Una vez mas mas me he sentido orgulloso de ser español. Es una mujer que transmite mucha positividad e ilusión por todo lo que la vida puede ofrecer.
La bajada a Triacastela es dura por que todo el tiempo presionas los dedos de los pies contra las botas, así que me las he cambiado por las sandalias que con los calcetines no favorecen mucho, pero...
No obstante nuevamente el espacio se transforma y se convierte en una especie de selva cerrada, donde los arboles se retuercen y se elevan. La naturaleza se vuelve salvaje. Nos hemos cruzado con un rebaño de vacas y cuando comenzábamos a estar cansados, Triacastela ha aparecido. 22 kilómetros que se nos han pasado sin sentir.
En el primer mesón hemos parado a comer y hablar con el hombre del carrito. Luego, tras localizar el albergue, nada bueno por cierto, hemos recorrido el pueblo, comprado el desayuno de mañana y un boleto para el euromillon que si nos toca agradeceremos repitiendo el camino y sino también.
Una jornada perfecta que da pena que se acabe.


martes, 30 de agosto de 2011

Día 4.- Triacastela- Barbadelo

Las gallegas nos dejaron dormir. nuestras compañeras de habitación apenas si hicieron ruido, y Jesus, un vasco que llego a ultima hora igual. El albergue de Triacastela, el peor de todos hasta ahora, era un lugar de madera carcomido, literas metálicas y mucha gente. Esperamos a que toda la gente marchara para levantarnos, desayunamos con Jesus, el vasco, y comenzamos a andar. El primer tramo y en general la etapa es de las más bonitas del camino, pero duras. comienza con una subida entre la montaña bastante fuerte. Mi hermana se puso de mal talante por el esfuerzo matutino, pero se compensó por la espectacularidad del entorno. Es como si la tierra y los arboles te envolvieran. pequeños rayos de sol se cuelan entre las hojas y todo se convierte en mágico. No quieres dejar de observar el espectáculo de la naturaleza, tan salvaje y viva. Caminamos cerca de 4 km y luego el paisaje se allanó. Nos cruzamos con la peculiar pareja de chicas de California, y tras varios km más con las dos chicas de Toledo, Raquel y Marisu, y con Patri, una chica que solo iba a hacer 3 etapas. Caminamos juntos y paramos a tomar café (ellas varias cervezas). Al final decidimos no esperarlas y continuar nuestro camino, porque ellas iban ya por la tercera y estaban cantando y dando palmas...
El camino hasta Sarria es algo monótono, así que me puse los cascos y estuve escuchando musica y reflexionando sobre diferentes aspectos de la vida. Casi llegando a Sarria me senté a esperar a las chicas. aparecieron tan cansadas que a la entrada paramos a tomar algo y airear los pies. puse el Facebook al dia y continuamos hasta el centro del pueblo. Entre tanto nos adelantaron las toledanas cerveceras y cuando escogimos bar para comer ahí estaban ellas haciendo lo mismo. Nos sentamos
con ellas y comimos un menú peregrino bastante mediocre. Aunque sabíamos que quedaban 4 km hasta el albergue no sabíamos lo duro que es hacerlo tras comer. Inma no renegó mucho, pero mi hermana estaba realmente cansada e iba todo rato protestando sobre la estupidez del camino, así que con esas no nos dimos casi cuenta de que habíamos llegado al albergue O Pombal, el mejor de todos, un sitio limpio y con unos compañeros excepcionales. enseguida conocimos a un grupo de chicos de Valladolid liderado por Cesar, un chaval muy resulto que nos estuvo contando anécdotas del camino. Un rato después vino otro grupo catalán con dos botellas de orujo. Nos sentamos todos juntos y estuvimos hablando y riendo hasta casi las doce. una velada muy buena con una gente muy interesante.

lunes, 29 de agosto de 2011

Dia 5.- Barbadelo - Gonzar


En Barbadelo dormimos bien, muy bien.. Eso de tener una habitación para nosotros mismos... Se nos paso la noche volando y a las 7 sonó el reloj. Desayunamos con los catalanes y los de Valladolid y comenzamos a andar. La niebla estaba espesa y hacía algo de fresco. Nada más salir del pueblo nos adentramos en un bosque que parecía mágico. La niebla envolvió los arboles que se cerraban cada vez más sobre nuestras cabezas. En varias ocasiones cerré los ojos y los volví a abrir porque mis sentidos no eran capaces de asimilar tantas sensaciones: la humedad, el paisaje, el sonido del arroyo, el crujir de la tierra bajo mis pies. Quería disfrutar el momento y caminé algo más rápido para alejarme del grupo. Mil cosas se me pasaron por la cabeza ante el espectáculo de la naturaleza y la artificialidad de la ciudad. No hay cuadro ni museo capaz de acercarse a lo que mis ojos estaban viendo. Durante más de 10 kilómetros caminé pensando en cosas y a ratos en nada. Esperé a las chicas para tomar café en un lugar donde nos encontramos a los vallisoletanos que nos informaron de una piscina en Portomarin, fin de su etapa.
El día comenzó a abrir entre bosques y caminos y en uno de ellos apareció Jesús, un vasco que conocimos en Triacastela, comenzamos a hablar de política y otros asuntos y casi sin darnos cuenta estábamos en Portomarin. Cruzamos el puente sobre el río y nos sentamos a esperar a las chicas. Aparecieron cansadas y con bastante calor, todos los estábamos. Sugerí comer allí y hacer una pequeña trampa en taxi para llegar hasta Gonzar, ocho kilómetros mas adelante. La primera propuesta fue acogida por todas, la segunda no. Subimos hasta la plaza y consensuamos seguir caminando sin comer.
Inma y yo cada día íbamos acercando posturas, a que caminamos los 8 km restantes, eso si sin la mochila, que mandamos en un taxi. Para colmo, tan enfrascados como estábamos en nuestra conversión, no nos dimos cuenta de la flechas y nos equivocamos. Terminamos guiados por el GPS del Iphone para regresar al camino, así que no sé lo que andamos...
El albergue de Gonzar nos sorprendió gratamente, pero el pueblo era la mínima expresión de civilización; un albergue, un cementerio y una casa. No había cobertura ni tele ni nada. Ni falta que nos hacia. Como compañeros teníamos a una pareja de Albacete y otra de Sevilla. Allí también conocimos a Helen y Blas, padre e hija que hacían el camino juntos. Sobra decir que a las 8 de la tarde nuestras mesas estaban juntas y la cena compartida por todos. No sabría muy bien como describir ese momento: ¿Cómo alguien que acabas de conocer puede convertirse en tu familia esa noche? Me enzarcé en un apasionante diálogo con Eva, la chica sevillana, sobre el alma, Dios y otros asuntos; y terminamos hablando de política con Blas, con motivo de adelanto electoral.
A las once y media de la noche decidimos retirarnos a dormir tras otra apasionante velada.

domingo, 28 de agosto de 2011

Dia 6.- Gonzar - Casanova


Decidimos madrugar algo más, aunque no con mucho éxito, por que al final nuevamente salimos pasadas las 8 de la mañana. Desayunamos bien en el albergue junto a Blas y Helen. Estaba amaneciendo y no hacía nada de frío.
Comenzamos a andar atravesando la pequeñísima población de Gonzar y una cruz de piedra que aproveché para fotografiar y que hoy ilustra la entrada. Enseguida nos adentramos en un bosque repleto de eucaliptos y pinos. Los peregrinos desde Sarria iban en aumento y ya mucha gente ni siquiera nos sonaba. Nuevamente caminé en silencio pero al lado de mis chicas. Íbamos concentrados en lo nuestro. Poco a poco nos íbamos adaptando al camino, al silencio, a las pausas. Pequeñas subidas y bajadas, un paisaje bastante parecido todo el rato pero suave y cómodo. Sobre las diez de la mañana nos cruzamos con el grupo de catalanes que conocimos un par de noches antes en el albergue. Sin saber por qué, me enfrasqué en una conversación envolvente con uno de ellos, Carlos, y comenzamos a caminar tan rápido que perdimos de vista a los demás. Durante más de tres horas no recuerdo que pasó con el paisaje, ni si estaba cansado o no. Me sentía tan a gusto con ese chico que no me di cuenta de lo que pasaba alrededor. Me estuvo contando anécdotas de su camino, desde el primer albergue y enseguida comprendí que era de los míos, de los que ve la vida como yo. Pasamos por maizales y campos labrado mientras el sol calentaba más de la cuenta, hasta que vimos el cartel que indicaba la población de Palas de rei. Allí se quedaban ellos, nosotros continuábamos hasta Casanova. Mientras esperábamos a su grupo y el mío nos tomamos una cerveza en la primera terraza que encontramos. Allí me contó sobre su profesión y algo de su vida. Al rato aparecieron los demás y nos separamos nuevamente. Sin darme cuenta tenia un nuevo amigo mas allá del peregrinaje.
Desde Palas a Casanova caminé con las chicas que ya iban algo cansadas, yo ya me había adaptado al camino.
El albergue donde nos alojamos se llama Casa Domingo, uno de los mejores de los escogidos para el camino. Nos hizo ilusión encontrarnos allí con todos los peregrinos que a lo largo del camino fuimos conociendo. Un lugar perfecto y muy bonito del que dejo enlace por si alguna vez os animáis.
Como decía nada más entrar nos encontramos con la pareja de Albacete y los sevillanos. El matrimonio catalán de Banyolas con los que coincidimos en el primer albergue, con Helen y su padre y con el grupo de Valladolid. Me di cuenta de lo feliz que me hacia juntarme con todo esa gente esa noche.
Comimos algo ligero y reservamos espacio para la cena que se daba a las 8 de la tarde.
Me eché un rato la siesta y luego salí al jardín. Una extensa explanada de hierba donde pastaban vacas. Me encantó el lugar.
La cena fue algo parecida a una boda medieval. Nos pusieron a todos juntos en una mesa, mas de 15 personas y tras una abundante comida, nos reímos y compartimos dos horas donde nuevamente me sentí pleno.
Con que poco se puede ser feliz en el camino.
Sobre las diez se fueron todos a dormir. Inma y yo nos quedamos con los chicos de Valladolid hasta las 11 y media viendo las estrellas y riéndonos de los chistes que contaban. Otra vez la velada fue espectacular. Me hubiera quedado con ese día como el mejor de todo el camino.

sábado, 27 de agosto de 2011

Día 7.- Casanova -Arzua


Ya nos avisaron el día anterior que al día siguiente por ser domingo no nos iban a dar de desayunar. Nos indicaron un lugar por el que salir sin cruzar el albergue y nos dieron las buenas noches. Sabíamos que hasta después de cuatro kilómetros no podríamos desayunar.
Ese día madrugamos poco. Queríamos llegar a Melide tarde para comer pulpo y albariño en Casa Ezequiel.
Nos levantamos sobre las 8 y media. Todo el albergue había madrugado más, salvo los de Valladolid que no daban muestras de vida.
Nos incorporamos al camino y enseguida empezamos a ver peregrinos extranjeros como salidos de la nada. No teníamos muchas ganas de hablar ni de nada porque íbamos en ayunas, pero caminamos en busca de un café y una tostada a paso ligero.
El camino de tierra y poco empedrado era bastante cómodo. Desde varias etapas atrás resultaba fácil caminar. También comenzaba a ser más feo. A poco más de un kilómetro nos cruzamos con el señor del carrito y su mujer. Estaban en un pequeño riachuelo mojándose los pies en el agua helada. Es un matrimonio simpático, que se ve que se llevan bien. La edad no la sabemos ni la preguntamos, es una indiscreción, pero suponemos que los 70 ya los tienen cumplidos. La mujer se quedo con mi hermana y con Inma, y el hombre y yo caminamos algo más rápido hasta pederlas de vista. Es un matrimonio de profundas convicciones cristianas y de los que hacen el camino por fe. Me contó que se trataba de la séptima vez que lo hacia, dando gracias a Dios por tantos dones. Me apasionó su forma de contarme su fe, su amor intenso hacia dios, el paso firme con el caminaba guiado por una fuerza interior que le hacia olvidar su edad. Me vi a mi mismo haciendo el camino con su edad…¿Llegaré?
Tras un tramo de subida le sugerí esperar a su mujer y mi grupo para continuar. Nada más llegar y tras unos metros encontramos el ansiado bar donde desayunar. El matrimonio se despidió de nosotros pero allí estaban el padre y la hija sentados en una mesa. Nos sentamos con ellos y Blas, tan generoso, no trajo el desayuno y nos invitó a café y tostadas. Es un hombre con un gran sentido del humor y una humanidad impresionante. Aprovechamos para preguntar a Helen sobre sus peripecias en África, dudas que nos habían surgido sobre ella, y amablemente nos contó su experiencia. Me dejó impresionado el amor con el que hablaba de aquella gente, la pobreza casi era un don para ella, y cuenta lo difícil que le resultó marchar de allí y volver a España.
Tras el desayuna continuamos la marcha con ellos. Caminar con esta pareja es una experiencia buena para nosotros. Paramos en una iglesia a sellar y a hacernos fotos. Blas hablaba con todo el mundo y estaba de un humor estupendo.
Por el camino se agregaron a la marcha otras dos peregrinas, Encar y Agueda, con las que fuimos haciendo algunas fotos, pero casi no cruzamos palabra.
Tras otros 8 kilómetros llegamos a Melide.
Como la otra vez, la ciudad me resultó agobiante. Mucho trafico tras tantos días de silencio, mucha gente, mucho asfalto, mucho todo. Seguimos las flechas y al pasar por delante de la pulpería paramos a probar el famoso manjar. Blas y Helen se marcharon porque querían r a misa de 12.
Pedimos una gran ración de pulpo y un botella de vino blanco. A los poco minutos aparecieron las dos chicas, y se sentaron con nosotros. Enseguida hicimos una amena conversación. Encar y Águeda son de Alicante. Nos contaron su experiencia del camino y me regalaron una oración que transcribiré al final de todo el relato porque resume muy bien lo que es el camino. Ambas estaban muy felices por la experiencia. Les comenté la plenitud en la que yo también me encontraba. Se crearon en ese rato, y con dos botellas más de albariño y otra ración de pimientos del piquillo, un vinculo que nos acompañó hasta Santiago y que espero que perdure en el tiempo.
Nos dimos cuenta de que era muy tarde para continuar, la 1 y media exactamente, pero con el animo exaltado por el alcohol y el pulpo nos pusimos en ellos. Visitamos alguna parroquia de Melide y continuamos rumbo a Arzúa.
Al tramo restante hasta destino lo llaman “el rompepiernas”, ya podéis imaginar porque: subidas y bajadas, subidas y bajadas. El sol comenzó a apretar con fuerza y a las tres de a tarde, en medio de una cuesta arriba y a treinta grados ya no podíamos con más. Miramos el plano y descubrimos que aun quedaban once kilómetros. La etapa se estaba convirtiendo en interminable. Decidimos parar a comer algo, aunque no teníamos hambre, y esperar que el sol bajara un poco.
En una terraza de un bar, bajo una parra, comimos unos bocadillos, preguntamos 20 veces a la desagradable camarera cuanto quedaba hasta Arzúa e hicimos tiempo hasta las 5 más o menos. Continuamos.
Decidí no parar más ya que estaba realmente cansado, y en cada parada me enfriaba y me daba más pereza continuar.
Hacia calor, pero era cuestión de no pensar en ello. Pasamos por Boente, Castañeda y Ribadiso donde la mayoría de los peregrinos se quedaban en el albergue, uno de los mejores del camino, pero nosotros continuamos un par de kilómetros más hasta Arzúa. Mi hermana y yo perdimos de vista a Inma y a las alicantinas pero nos dio igual. Subimos una pendiente fuerte y llegamos a Arzúa sobre las 6 y media.
El albergue vía láctea era enorme, como un hotel con recepción y todo tipo de servicios.
Nos dimos una ducha, esperamos la resto, salimos a comprar cena, cenamos pronto y nos acostamos sobre las 10. La experiencia de hoy nos dio la razón de que realmente teníamos que madrugar más. Llegar con este calor al albergue no podía ser bueno.

jueves, 25 de agosto de 2011

Dia 8.- Arzua-Arca do pino


Y hoy si. Es como si nos hubiera costado aprender la lección. Este casi último día por fin madrugamos de verdad. MáAlineación a la izquierdas tarde que cualquier otro peregrino, ya que cuando nos levantamos todos habían marchado ya, pero para nosotros fue el día que más temprano amanecimos. Las 6 y media.
Desayunamos en el albergue y discutí con las chicas por el tiempo que perdían para acicalarse. Al final sobre las 7 y media comenzamos nuestro penúltimo día de caminata. Enseguida encontramos la salida del pueblo y nos adentramos en el bosque. Encar y Águeda habían salido diez minutos antes. Iba de buen humor. Algo triste por ser el penúltimo día. Todo el rato le estaba preguntando a mi hermana su opinión sobre la experiencia del camino, que a mí me estaba apasionando y a ella nos se la veía muy convencida. La noche anterior me descargué en el Iphone una estupenda aplicación que saltaba cuando pasabas por algún punto interesante del camino. Inma y yo vimos algunos vídeos por el camino y me recriminó por no haberla descargado antes. Creo que le estaba empezando a picar el gusanillo del Iphone... me sonreí por dentro...
Esta aplicación nos indicó que casi toda la etapa estaba plagada de suaves subidas y bajadas, con pocos metros de llanura. Caminamos otro largo rato en silencio hasta nuestra primera parada en una cafetería donde había un gato que se comía todo y un cuarto de baño sin luz. desayunamos, saludamos al matrimonio de Banyolas y nos cruzaron los catalanes.
Al igual que el día anterior y sabiendo que la etapa era bastante corta para lo habitual (solo 19 km) caminé a paso ligero con la intención de no esperarlas hasta llegar al albergue. Necesitaba disfrutar del silencio de este penúltimo día.
Por el camino me encontré con las alicantinas que estaban desayunando en otro bar, pero continué hacia mi destino. El sol estaba apretando y no estaba dispuesto a llegar como el día anterior. Hice 7 u 8 km solo hasta que me encontré con los catalanes. Cruzarme con Carlos es seguir con él. Así que continuamos los dos y la chica vasca que no recuerdo su nombre, comentando más cosas y riendonos de casi todo. Lo cierto es que nuevamente se me pasó volando. Cuando llegamos a Arca me despedí de ellos y busqué el albergue Edreira.
En las últimas etapas los albergues escogidos eran como hoteles con muchas camas. Este tenia su recepción, su patio, todo muy bien organizado. Me duché, me lavé algo de ropa y esperé a las chicas que llegaron tres cuartos de hora después.
Tras unos minutos de descanso nos fuimos a comer con las alicantinas a un restaurante cercano, donde nuevamente comimos más de la cuenta.
Tras una siesta, mi hermana y yo nos dimos una vuelta por el pueblo e inma se fue a comprar la cena. Cenamos los cinco juntos en el patio del albergue. Era una cena de despedida, y la verdad que además de cansado me sentí algo emotivo. Sabia que al día siguiente todo habría acabado. Nos metimos en la cama a las 10 de la noche. Al día siguiente, el último, madrugaríamos y echaríamos a andar a las 5 de la mañana.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Dia 9- Arca do Pino - Santiago de Compostela


Y por ser el último día nos dimos el madrugón. No fuimos los únicos que decidimos levantarnos a las cuatro y media de la mañana. Como siempre algún que otro peregrino ya nos había tomado la delantera. Desayunamos en el albergue, casi a oscuras, nos abrigamos más de la cuenta por que no hacia mucho frio y comenzamos a andar.
El pueblo estaba apenas iluminado por unas cuantas farolas y salvo el ruido de nuestros bastones no se oia nada más. Tomamos calles, giramos, volvimos a subir una pequeña cuesta asfaltada y al final la boca del bosque se abrió, oscura y lúgubre. Estaba todo negro. Encendimos las linternas y fuimos buscando los indicadores del camino. Según nos adentrábamos íbamos perdiendo la referencia de las poblaciones. Oscuridad y el sonido de nuestras pisadas por el bosque es lo único que oiamos.
Teníamos algo de miedo, pero era un miedo placentero. No nos cruzamos con ningún peregrino. Solo nosotros cinco.
Noté el ansia por llegar a Santiago, y la tristeza del final. Otra vez el final. Tuve la tentación de armarme de valor y decir: No, yo me voy hasta Finisterre; pero no soy tan valiente para eso.
Caminamos alrededor de 5 km en la oscuridad de la noche y el bosque. Teníamos que llegar antes de las doce para ir a la misa del peregrino.
Pasamos cerca del aeropuerto, casi bordeando las pistas, y continuamos. Empezaba a amanecer y nos apetecia mucho un café. Lo encontramos un par de kilómetros más adelante. Esta etapa apenas tenía poblaciones.
Paramos a desayunar por segunda vez, y comprobamos que empezaba a chispear. Nos pusimos los chubasqueros, nos reimos del aspecto y continuamos.
Desde la cafetería hasta el monte do gozo es casi una línea recta, asfaltada, con bosques cercados a los lados. Se pasa por Rtve y por la televisión gallega. Notas que la ciudad esta cerca, pero no la ves.
Ascendimos la pesada cuesta hasta el monte y allí, en un dia muy nublado vimos Santiago por primera vez.
Muchos turistas llegados en autobús hacian fotos. Muchas caras nuevas.
Nos fotografiamos, esperamos a Inma y continuamos los cinco kilómetros que nos separaban de la catedral.
Que extraña sensación la de pisar Santiago. Que ansiedad por llegar… Desde que se entra a la ciudad hasta la catedral hay un buen tramo que caminas casi flotando.
Atravesamos el arco que da acceso a la plaza del obradoiro, con su gaitero, el sonido de los bastones, la majestuosa catedral. Ahí estaba, esperandonos….
Todo había terminado ya, o acababa de empezar.... Nos abrazamos, recibimos a más peregrinos que iban llegando y fuimos a por la compostela rápidamente. No nos quedaba tiempo para nada porque a las 3 y media cogiamos el avion de regreso a Madrid.
Este año vi todo mejor organizado, sin colas interminables para la compostela, sin problemas para la misa.
Dejé a las chicas que se acicalaran y me fui a la catedral. Tenia que agradecer la llegada. El fin de este camino no era otro que agradecer al que anda por ahí arriba todo lo que me había dado durante el año. Grandes problemas que se solucionaron, oraciones que no se perdieron, que las recogió.
Gracias por tantas cosas, pero sobre todo por una, o por dos. Mis dos niños y mi hermana que estan aquí para que mi vida sea más bonita de lo que ya es.
Todo mi camino estuvo dedicado a estas tres personas y merecía un rato de silencio, de agradecimiento.
La aventura había terminado. El camino habia llegado a su fin. Una extraña sensación de desasosiego y tristeza me inundó. Pero solo me quedaba esperar dos o tres años más para volver a vivir la experiencia mas bonita que puede vivir un ser humano: Bajar de las nubes y volver a sentirse eso, humano.

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En Melide, comiendo pulpo, Encar me enseñó una oración que había leido en un libro. La leí y decidí que era la mejor manera de resumir el camino. Una buena forma de entender porque se hace esto, por que este esfuerzo. El camino humaniza, iguala, despeja tu mente. El camino te enseña la sencillez y a la vez la grandeza del mundo y de las personas. Si estas aburrido, si todo te parece banal, frió, estúpido; anímate, coge una mochila con poco peso y echa a andar. Deja que el camino te lleve y te absorba. Pronto descubrirás el sentido de tu vida, el sentido de la vida...

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Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino te abre lo ojos a lo que no se ve.
Bienaventurado eres, peregrino, si lo que mas te preocupa no es llegar, sino llegar con los otros.
Bienaventurado eres, peregrino, cuando contemplas el camino y lo descubres lleno de nombres y de amaneceres.
Bienaventurado eres, peregrino, porque has descubierto que el autentico camino comienza cuando se acaba.
Bienaventurado eres, peregrino, si tu mochila se va vaciando de cosas y tu corazón no sabe donde colgar tantas emociones.
Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que un paso atrás para ayudar a otro, vale mas que cien hacia adelante sin mirar a tu lado.
Bienaventurado eres, peregrino, cuando te faltan palabras para agradecer todo lo que te sorprende en cada recodo del camino.
Bienaventurado eres, peregrino, si buscas la verdad y haces de tu camino una vida, y de tu vida un camino, en busca de quien es el camino, la verdad y la vida.
Bienaventurado eres, peregrino, si en el camino te encuentras contigo mismo y te regalas un tiempo sin prisas para no descuidar el examen de tu corazón.
Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que el camino tiene mucho de silencio, y el silencio mucho de oración, y la oración de encuentro con aquel que te espera.
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