domingo, 30 de enero de 2011

Montañas de basura


La basura. Según la real academia de la lengua en su segunda acepción son “residuos desechados y otros desperdicios”.
Al hilo del post anterior, en el que hablaba de la transparencia, de la exposición de uno mismo en el escaparate de la vida, se me ocurre pensar en las montañas de basura que acumulamos en nuestro interior, esas que ni siquiera nos mostramos a nosotros a mismos, porque como productos abandonados ya ni siquiera nos acordamos de que están ahí. Desechos que se quedaron depositados entre las vísceras, cerca del corazón algunos. Desechos de amor, por ejemplo. Aquella vez que creímos en alguien y nos decepcionó. Aquella ilusión pasajera. Aquella persona a la que quitamos la careta y descubrimos toda su basura interna, cayendo el velo que hasta entonces teníamos sobre los ojos. Todo aquello nos dejo un poso de residuos internos, de trapos rotos y sucios.
Se acumuló una montaña de basura con aquel proyecto adolescente donde nos comíamos el mundo, con aquellos estudios que no conseguimos superar o las metas que no alcanzamos. Se quedaron entre las paginas de un libro de texto los restos de basura que no fuimos capaces de digerir. Se quedaron en las aulas de colegios y universidades.
Acumulamos montañas de basura entre nuestras sábanas. Recuerdos que no queremos recordar. Noches que debieron acabar mucho antes. Personas que nunca debieron ocupar un espacio en nuestra casa y menos aun en nuestra cama. Todo ello nos dejo basura entre los pliegues de la piel, en nuestra saliva.
En el fondo la inocencia es la ausencia de basura, y según los expertos la inocencia se acaba perdiendo, por lo que todos acumulamos basura. ¿Es malo? Me pregunto. No creo, me respondo, en nuestro paso por la vida generamos kilos y kilos de basura que deterioran ese planeta al que llamamos alma. Pero si no hubiera basura que generar, no habría experiencias de las que nutrirnos; es simplemente un proceso digestivo, sin más.
Basura que no quiere marchar, que reposa silenciosa y acechante y de la que nunca te acuerdas hasta que sobre ella vuelves a arrojar un resto más, un despojo que te hace recordar que hace algún tiempo dispusiste de algo similar y valioso que terminaste tirando. ¿Estará ahí? te preguntas. ¿Que pasaría con aquello? ¿lo reciclé?¿lo guarde?¿estará en el trastero, en el cementerio de mis sueños? Y entonces aparece otra vez, marchitado, ajado y viejo. Esta ahí, todo, en nuestro interior, formando una gigantesca montaña de basura, oculta y que crece cada día un poquito más.
No hay agua ni disolvente que consiga limpiar los restos. No hay desinfectante que nos devuelva un interior impoluto, sin rastros de basura. Podemos rebuscar entre ella u olvidarnos de que existe. Debemos recordarnos que la mayoría de la basura puede reciclarse (sin duda es la mejor opción) y reutilizarse en forma de sabiduría, bagaje, o como se quiera llamar. También podemos pensar que de aquello que nos deshacemos ya no nos volvemos a acordar nunca más. ¿Para que pensar en aquel amigo que marchó sin dar explicaciones? ¿Para que recordar a alguien con quien solo pasaste una noche, que solo fueron un par de citas por llamarlo de alguna manera? ¿Para que remover la basura si solo desprende mal olor?: Para vivir tranquilo, para respirar su insoportable olor, y pensar que si queremos mantener limpio el medio ambiente de nuestra alma, lo mejor es generar solo la basura imprescindible, lo demás mejor masticar y escupir.

sábado, 22 de enero de 2011

Coherencia y otros trapos sucios


Últimamente hablo mucho de coherencia. Coherencia con lo que haces, dices y piensas. Que ironía, yo que he sido el tío mas incoherente que he conocido, y mira que me conozco mal.
Si, ahora hablo de coherencia por que la tengo, por que yo lo valgo, por que por fin llegó sin pedirla. Yo no quería ser coherente con mi vida, quería vivir y punto, pero si uno no es como debe ser, no vive la vida de uno mismo, sino la del que se esta inventando.
¿Y eso que es? : Pues no dar a propósito una imagen equivocada de si mismo. No inmiscuirse en terrenos donde nadie nos llamó, no ir de gracioso ni de ni de aburrido. No inventarse un ademán constante de interesante, de bueno, de malo, de vicioso, de angelical, de lo que sea que no somos; en definitiva ser transparente.
¿Entonces ser transparente es lo mismo que ser coherente?. No. Rotundamente. Ya me estoy liando otra vez …. Para que me meteré yo en estos asuntos.
Ser transparente es dejarse ver lo que hay dentro sea o no retorcido, bonito o feo de mirar. Uno abre la ventana y muestra la casquería fina que se amontona en el interior. Anda que si hiciéramos eso menuda decepción nos llevaríamos muchos y muchos se llevarían de nosotros. No no, hay que mostrar solo lo bonito, la sonrisa, el perfume, la buena intención, los dientes limpios y el aliento siempre fresco; la miserias y los trapos sucios se lavan en casa.
Pero, si no nos mostramos tal como somos ¿somos coherentes con nosotros mismos?. Esto es una contradicción, una incoherencia, me digo a mí mismo. ¿Cómo puedes escribir un post tan incoherente sobre la coherencia en la vida?.
Sería difícil desnudar el alma y mostrarla tal cual, tendríamos que prescindir del peso de la cultura, de los valores, de la educación y formación personal. Tendríamos que volver a nacer sin ningún peso de nada para ser tal cual, y eso siento decirlo, no es posible; la vida va de la cuna al sepulcro, pero el camino inverso no se puede hacer, decía el otro día Luís Piedrahita en un divertidísimo monólogo.
Entonces ¿Cómo ser coherente con todo este peso? (¿tendré la respuesta o seré tan incoherente como para inventármela y encima quedar bien?)
Me paro, pienso, busco una frase ingeniosa con la que terminar este post, mi cerebro echa humo y al final aparece la frase trillada de turno: Ser coherente, es ser consciente de cómo eres en tu interior, de lo que quieres mostrar o no, de por donde piensas pasar, por donde te desvías, por que agujero te cuelas y en cual haces un stop. Ser coherente es llegar a la meta, cumplir objetivos, querer a la gente, hacer bien siempre que puedas (aunque solo sea para sentirte bien contigo mismo) no estar cerrado a cambiar tu forma de pensar y hasta tu propia vida. Abrirse a otras personas, otras culturas, otras formas. No forzar la maquina, ni el mundo.
Ser coherente es, en definitiva, afianzarse en lo que estas seguro y cuestionarse todo lo demás.

jueves, 13 de enero de 2011

BIPOLAR


No sé que me pasa, pero últimamante vivo en una constante y circular montaña rusa emocional. Sufro de hiperactividad durante el dia y la noche. Una hiperactividad mental y fisica que apenas si me deja dormir. Estoy eufórico por el día, hasta el punto de pasarme horas y horas en el gimnasio para desgastar un poco de energía. Tengo poco hambre, así que apenas si como, pero es que no me baja la comida de la garganta y encima llega el fin de semana y como una noche me quede en casa ya estoy de mal humor.
Se puede pensar que cada uno es como es, y que tal vez tenga problemas de nerviosismo o hiperactividad, pero no es mi caso.
Por regla general soy una persona tranquila, algo reflexiva (sin pasarse) y que le da muchas vueltas a las cosas ( no hay mas que leer cualquier post de este blog). Entonces ¿que me esta pasando?.
De un tiempo a esta parte, no me concentro cuando leo, no me preocupan las cosas, no mido casi nada de lo que hago.... Y no, no estoy enamorado ¡Dios me libre! por si a algun lector se le hubiera pasado por la cabeza.
No es la primera vez que me pasa, ya sabéis, voy del negro al gris y a veces hasta el blanco, con una facilidad que a mí mismo me sorprende: demasiado místico para ser frívolo, demasiado frívolo para ser un buen místico.
Pues ahora me toca la frivolidad, el hedonismo, la vorágine del pensamiento.
En los pocos ratos que me paro a pensar en mi situación actual, la verdad es que me da igual. Creo que tal vez estos ataques de histeria psicótica, tienen mucho que ver con un punto de fuga que mi subconsciente marca para dejar a un lado los problemas. Si, eso me dijeron el otro día.
¿Problemas? pienso ahora ¿qué problemas?. Mi vida marcha bien. Entonces tal vez sea el reflejo de ese marchar bien, que se traduce en mayor actividad física y felicidad.
O tal vez sea algo parecido pero a la inversa de lo que ocurre con los antidepresivos, que cuando se dejan de tomar producen un efecto revote que atrae al enfermo hacia al abismo. A lo mejor pasa lo contrario: Como estuve apatico en Navidad, el rebote es la euforia y la alegría desmesurada.
En cualquier caso, sea lo que sea, tengo que decir que me encuentro muy bien con mi estado actual, feliz , eufórico, hiperactividad y frívolo; y que mientras dure lo voy a aprovechar, que ya volverán los tiempos de comerme el tarro. ¿Seré Bipolar?

lunes, 3 de enero de 2011

Perder el miedo a perder (Año nuevo)



No voy a negar que las navidades me agradan, me hacen juntarme más con la familia y amigos, y sobre todo empezar el año con nuevos propósitos que luego nunca cumplo. Además yo como cambio de año en Septiembre, Enero es puro trámite.
No obstante, para este año que comienza y que yo ya declaro como el "año de la independencia", tengo un propósito claro y evidente: Independizarme y como dice la canción: perder el miedo a perder.
Cualquiera pensará que independizarse es solo irse de casa; sin embargo eso ya lo hice y sigo sin sentirme independiente.
Quiero independizarme en el trabajo y trabajar nuevamente para mí. Durante toda mi vida laboral, salvo los últimos años he sido autónomo y dentro de lo malo, no hay que aguantar a nadie, y eso que yo he tenido suerte con mi jefe que es un señor muy educado. Pero me quiero independizar. Quiero que lo que yo gane, mucho o poco, sea para mí. No dar cuentas a nadie.
Quiero independizar mi tiempo. No quiero compartirlo con nadie que no me apetezca. Aprender a decir no. De un tiempo a esta parte me estoy volviendo algo egoísta con mi tiempo libre, quiero distribuirlo a mi manera sin dar cuentas.. Y no solo eso.
Voy a empezar de cero. Y no es que no me guste mi vida, es que creo que es un capítulo repetido una y otra vez, algo así como verano azul, que la primera vez me gusto, pero la enésima comenzó a aburrirme, aunque no niego que la serie tenía algo de especial. Así que voy a vivir otro año azul, pero sin un final fijado, dejaré que la propia historia me lleve a donde quiera. Ya veremos el final.
Quiero sentirme libre por primera vez, subir, bajar, estamparme, levantarme y volver a caer. Pero que el que se equivoque sea yo.
No pienso creer nada que no pueda contrastar, ni hacerme ideas pre concebidas, ni leer best sellers por el mero hecho de que venden; ni escuchar música super ventas. Tampoco me voy a reír de lo que se ríen todos.

La independencia es algo que me atormenta desde hace tiempo; se me ocurre pensar que esa independencia puede ir acompañada de soledad, de egoísmo tal vez, sobre todo en lo referente al tiempo. Se me antoja que me estoy enrareciendo; pero no. Quiero madurar, respirar la libertad. Vivir como quiero sin dar cuentas y si eso viene aderezado con una dosis de cambios, de soledad o de cualquier otra cosa, bienvenidos sean.
Y no es que con esto diga que lo vivido hasta ahora haya sido un rollo sin bases ni libertad. Es solo que ahora quiero otra cosa. Siempre he sido de cambios bruscos, y no cuando quiero, sino cuando mi cabeza ha madurado la idea.
Y espero cumplir: volar, soñar, perderme y encontrarme, equivocarme y rectificar; simplemente volver a empezar sin miedo a perder.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...